¿Estos cánones de belleza realmente empoderan a las mujeres?

¿Estos cánones de belleza realmente empoderan a las mujeres?

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En todas las épocas, las normas de belleza actúan como un espejo, reflejando los valores, los cambios culturales y las tecnologías del momento. A medida que nos adentramos en el siglo XXI, estas normas parecen haber evolucionado de forma significativa y aparentemente progresiva. Palabras como "belleza natural", "positividad corporal" y "diversidad" no sólo han entrado en nuestro léxico, sino que parecen haber sido adoptadas sin reservas por industrias y personas por igual. A primera vista, parece que estamos en la cúspide de una nueva era, más inclusiva, que anima a las mujeres a ser ellas mismas y a sentirse empoderadas por sus atributos únicos.

Sin embargo, bajo el brillo de estas palabras de moda se esconde un panorama mucho más complicado. Uno no puede evitar preguntarse si estas normas de belleza aparentemente ilustradas están liberando realmente a las mujeres, o si simplemente están creando una nueva serie de cadenas disfrazadas de libertad. ¿Están estas normas ampliando el ámbito de lo que se considera bello, o están estableciendo nuevos criterios, igual de excluyentes, bajo la apariencia de progresismo? Estas preguntas no son sólo hipotéticas, sino que tienen implicaciones reales para la forma en que las mujeres navegan por el mundo, su autoestima y su sentido de la identidad.

En este artículo nos adentraremos en las complejidades de las normas de belleza modernas. Analizaremos algunos de los ideales de belleza más célebres -y controvertidos- de la actualidad para comprender su impacto en el empoderamiento de la mujer. Acompáñanos en este revelador viaje por el complejo terreno de los ideales de belleza contemporáneos.   

La tendencia de la belleza "natural

La tendencia de belleza "natural", marcada por un maquillaje mínimo y un enfoque en la salud de la piel, parece abogar por una autopresentación más auténtica. Instagram está repleto de influencers y famosas que presumen de sus looks "sin maquillaje", y las grandes marcas presentan cada vez más estos estilos en su publicidad. Esta tendencia sugiere un cambio social que se aleja de los rostros muy perfilados y los retoques artificiales, promoviendo la idea de que las mujeres deben sentirse cómodas en su propia piel. A primera vista, parece un paso hacia el desmantelamiento de los rígidos cánones de belleza que durante tanto tiempo han limitado a las mujeres.

Sin embargo, el trasfondo de esta tendencia plantea varios interrogantes. Por un lado, el propio aspecto "natural" requiere a menudo una serie de productos de cuidado de la piel de gama alta, dietas especializadas e incluso procedimientos mínimamente invasivos para conseguirlo. Lo que se presenta como "natural" es, paradójicamente, a menudo muy refinado y exigente desde el punto de vista económico. Además, esta tendencia implica sutilmente que tu yo natural sólo es digno de celebración si cumple ciertos criterios "impecables". La piel debe ser clara, pero no demasiado grasa ni seca; el rostro debe tener un brillo juvenil, pero no mostrar signos de "imperfecciones" como arrugas o manchas. Así, aunque promete liberarse de las normas de belleza anteriores, la moda de la belleza "natural" establece su propio conjunto de normas elusivas y exclusivas.

Positivismo corporal y sus limitaciones

El movimiento de positividad corporal ha sido aclamado como una evolución innovadora en la forma en que percibimos los cánones de belleza, animando a las mujeres a amar y aceptar sus cuerpos tal como son. Las campañas en las redes sociales y los anuncios de marcas en los que aparecen mujeres de todos los tamaños, formas y colores son más frecuentes que nunca. El eslogan va a menudo más allá de la mera apariencia física, instando a las mujeres a aceptar sus "defectos" como signos de individualidad y fortaleza. A primera vista, esto parece ser un cambio empoderador que libera a las mujeres de las normas tóxicas que durante mucho tiempo han dictado su autoestima.

Sin embargo, a pesar de su espíritu revolucionario, el movimiento de positividad corporal tiene sus limitaciones y ha sido objeto de escrutinio por varias razones. Los críticos señalan que puede glorificar inadvertidamente ciertos tipos de cuerpo en detrimento de otros, creando una jerarquía dentro de la misma comunidad a la que pretende elevar. Además, la comercialización del movimiento conlleva sus propias ironías: ahora no sólo hay que tener un aspecto determinado, sino también "sentirse" de cierta manera con el cuerpo, lo que crea nuevas presiones para ser "positivamente positivo". También está la cuestión de la inclusión: aunque la positividad corporal pretende ser para todas las mujeres, a menudo se centra en formas de diversidad socialmente más aceptables o "apetecibles", por lo que muchas siguen sintiéndose marginadas. En consecuencia, lo que empezó como un movimiento de empoderamiento a veces acaba reforzando un nuevo conjunto de normas restrictivas.

La estética de la mujer fuerte

La estética de la "mujer fuerte" es otra tendencia en el panorama de la belleza que, a primera vista, parece empoderar a las mujeres. Con el auge de la ropa deportiva, las influencers del fitness e incluso las heroínas de acción que desafían el frágil estereotipo de la damisela en apuros, se dice a las mujeres que la fuerza es la nueva belleza. Este desarrollo parece alinearse con los principios feministas de agencia, autosuficiencia y desmantelamiento de los roles de género tradicionales. Las mujeres ya no deben aspirar a ser sólo "guapas"; ahora deben aspirar a ser fuertes, atléticas y capaces. Es una narrativa atractiva que muchos están dispuestos a adoptar, asociando la fuerza física con la resistencia interior.

Sin embargo, si se examina más de cerca, esta estética tiene sus propias trampas. Sugiere inadvertidamente que la feminidad y los rasgos "femeninos" tradicionales son débiles o inferiores, reforzando una dicotomía que el feminismo lleva mucho tiempo intentando abolir. Además, la estética de la mujer fuerte a menudo viene acompañada de sus propias especificaciones: tonificada pero no demasiado musculosa, con curvas en "los lugares adecuados" y que sigue cumpliendo muchas de las normas de belleza dominantes. Esto crea otro estándar imposible de cumplir para las mujeres, camuflado bajo la apariencia de empoderamiento. En última instancia, aunque el concepto de "mujer fuerte" es innegablemente atractivo, su encarnación estética actual a menudo sirve para encasillar a las mujeres en otra categoría restrictiva en lugar de liberarlas.

Diversidad en las campañas de belleza

La "diversidad" se ha convertido en una palabra de moda en las campañas de belleza, ya que las marcas se esfuerzan por representar un amplio espectro de tonos de piel, formas corporales y orígenes culturales. A primera vista, parece un cambio muy esperado hacia la inclusión y el empoderamiento, que desmantela los ideales eurocéntricos y de talla cero que han dominado la industria durante mucho tiempo. Las vallas publicitarias y las portadas de las revistas están ahora adornadas con rostros que reflejan una idea más global de la belleza, animando a las mujeres a verse a sí mismas bellas, independientemente de las normas sociales. Este movimiento hacia un estándar de belleza más inclusivo da luz verde a todas las mujeres para que se sientan seguras de sí mismas y valoradas por lo que son.

Sin embargo, esta representación a menudo se convierte en simbólica y puede ejecutarse de forma superficial. A veces, la inclusión de modelos diversas no es más que una estrategia corporativa destinada a conquistar nuevos mercados o aplacar a los críticos, más que un auténtico cambio de ideología. Además, el mensaje subyacente suele ser el mismo: eres guapa cuando usas nuestros productos. La mercantilización de la diversidad convierte la representación significativa en una táctica de venta más, reduciendo identidades complejas a mera estética. Aunque la intención de diversificar los cánones de belleza es noble, a menudo la ejecución se queda corta y sirve más a la marca que a la causa que dice defender. Así que, aunque se están haciendo progresos, es crucial cuestionar los motivos y la profundidad de estas iniciativas de diversidad.

Chic de alto mantenimiento

El chic de alto mantenimiento es otro estándar de belleza que, paradójicamente, pretende empoderar a las mujeres al tiempo que las ata silenciosamente. Antes considerado un paso en falso, el "alto mantenimiento" ha sido reivindicado como una celebración del autocuidado y el aseo personal. La idea es que pasar horas en un salón de belleza, comprometerse con una rutina de 10 pasos para el cuidado de la piel o cuidar meticulosamente el vestuario da poder porque es una forma de amor propio y autoexpresión. Estas actividades, en sí mismas, pueden empoderar a muchas mujeres y fomentar una sensación de control y realización personal.

Sin embargo, el lado oscuro de esta tendencia es que perpetúa la noción de que las mujeres deben invertir una cantidad considerable de tiempo, dinero y trabajo emocional para cumplir un estándar en constante evolución. Además, este enfoque de la belleza, que requiere mucho trabajo, suele tener un trasfondo clasista, ya que convierte el empoderamiento en un privilegio al que sólo pueden acceder quienes pueden permitírselo. Sugiere implícitamente que la valía y el empoderamiento de una persona están ligados a su capacidad para mantener un cierto nivel de cuidado, que es inherentemente lento y caro. Cuando el "autocuidado" se convierte en un trabajo a tiempo completo o en otra casilla que marcar, merece la pena preguntarse si el concepto se ha alejado del empoderamiento para convertirse en una obligación.

Influencia de los famosos 

En la era de las redes sociales, las famosas ejercen un poder sin precedentes a la hora de definir las normas de belleza. Sus imágenes, ya sea en Instagram o en campañas publicitarias, a menudo marcan la pauta de lo que se considera bello, deseable o empoderador. A primera vista, la influencia de las famosas parece una herramienta de empoderamiento, especialmente cuando utilizan su plataforma para desafiar las normas de belleza tradicionales. Estrellas como Lizzo, Jameela Jamil y Ashley Graham han utilizado su influencia para abogar por estándares de belleza más realistas, dando a muchas mujeres la licencia para aceptarse a sí mismas tal y como son.

Sin embargo, es esencial recordar que la influencia de los famosos es un arma de doble filo. Estas estrellas, incluso cuando promueven la positividad corporal o la belleza natural, suelen tener un equipo de profesionales y una serie de productos detrás de cada foto "impecable". La ironía es ineludible: incluso cuando abogan por la autoaceptación, presentan una imagen que a menudo está tan cuidadosamente construida como cualquier portada de revista. El mensaje subliminal puede ser desalentador: debes aceptarte, pero ¿no preferirías tener este aspecto? Además, las famosas a menudo se benefician de la misma industria de la belleza que perpetúa unos estándares inalcanzables, creando un ciclo que se autoalimenta y que está lejos de empoderar. Así pues, la influencia de los famosos no es una vía directa hacia el empoderamiento, sino un laberinto de mensajes contradictorios que requiere una navegación cuidadosa.

Distorsión digital 

El término "distorsión digital" encierra una realidad a la que muchos de nosotros nos hemos acostumbrado: nuestras vidas en línea son a menudo versiones pulidas y filtradas de nuestro verdadero yo. Los filtros y las aplicaciones de edición fotográfica son omnipresentes y permiten a cualquiera manipular su apariencia para cumplir las normas de belleza actuales al instante. Por un lado, estas herramientas digitales pueden ser poderosas. Nos permiten presentarnos de una manera que aumenta nuestra autoestima y nos permite controlar nuestra narrativa. Es agradable publicar una foto y recibir el refuerzo positivo de nuestro círculo social.

Por otro lado, esta distorsión digital crea expectativas poco realistas que pueden afectar profundamente a nuestra autoimagen y autoestima. Los mismos filtros que pueden hacernos sentir poderosos a corto plazo contribuyen a establecer un estándar de belleza inalcanzable a largo plazo. Y lo que es peor, estas imágenes alteradas se convierten en la norma, haciendo que el rostro o el cuerpo sin filtro parezcan inferiores. Nos convertimos en partícipes de una mascarada digital, en la que nos empoderamos en la superficie mientras luchamos con la inseguridad en el fondo. Es un dilema que exige un compromiso consciente: debemos cuestionar el impacto real de estas herramientas digitales en nuestro sentido de la autoestima y el empoderamiento, preguntándonos si nos liberan o nos empujan a una nueva jaula.

Conclusión 

La búsqueda de la belleza y la autoexpresión es tan antigua como la propia humanidad, pero lo que cambia con cada generación son las normas, los métodos y las implicaciones de esa búsqueda. Hemos analizado una serie de cánones de belleza contemporáneos que pretenden empoderar a las mujeres, pero que a menudo tienen un reverso que puede ser restrictivo o incluso perjudicial. ¿La buena noticia? La concienciación es el primer paso hacia un cambio significativo. Comprender las limitaciones de estas normas de belleza nos permite navegar por ellas de forma más consciente, e incluso redefinirlas. Al fin y al cabo, el verdadero empoderamiento viene de dentro y no está sujeto a modas ni a la opinión popular.

Así pues, aceptemos los matices en nuestro debate sobre los cánones de belleza. Reclamemos lo que el empoderamiento significa realmente para nosotros como individuos, libres de las expectativas sociales. Cuando reconocemos las complejidades que se esconden detrás de estos supuestos cánones de belleza, estamos mejor equipados para desmantelar las jaulas que pueden crear. Eso no es sólo belleza; ¡eso es liberación! 

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